Reflexionando en estos días, después de que se fuera la Semana Santa de 2011, he llegado a la conclusión de que ha sido la Semana Santa más triste que he vivido en mi vida. Una Semana Santa de Domingos. El Domingo de Ramos llegaba Jesús en su Entrada en Jerusalén, una Hermandad alegre y dedicada especialmente a los niños. Además este año la Virgen de los Reyes iba de estreno, con una mezcla de experiencia e ilusión bajo sus trabajaderas.
Llegó el Jueves con muy malos pronósticos meteorológicamente hablando, y con la triste noticia de que el Nazareno no saldría, después de todo el esfuerzo realizado para la restauración de los Dolores.
El Viernes Santo daba una tregua a las 19:00 h. para que Angustias y Santo Entierro se arriesgaran a salir a la calle. Tres horas más tarde apareció la lluvia, eso sí en poca cantidad, e hizo que las Hermandades se fueran directamente para sus respectivas casas.
Lo que no falla nunca es el Domingo de Resurrección. El tiempo permitió que Cristo Resucitado y su Santa Madre de las Virtudes salieran a conquistar su pueblo. Un poco más tarde de su recogida empezó a llover...
Ahora ha empezado un nuevo ciclo, es un año entero, en el que las Hermandades tienen que seguir trabajando día a día para engrandecer nuestra Semana Santa.
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